El objetivo final del estudio, coordinado por Paloma González Marcén (UAB), es crear fondos y bases de datos gráficas, al alcance de los profesionales de cualquier ámbito de la divulgación histórica (enseñanza, museografía, prensa), que se ajusten más a la realidad de las diferentes épocas y culturas. Con esta aportación visual se evitaría que en los manuales o exposiciones, por ejemplo, se sigan “recreando las mismas imágenes que tradicionalmente han excluido a las mujeres porque quienes las construyeron nunca nos han tenido en su imaginario”, afirman Carmen Rísquez Cuenca y Antonia García Luque, ambas de la UJA e integrantes del CAAI. Además, no sólo se trata de visibilizarlas sino, como dice la investigadora de la UGR Eva Alarcón García, de “situarlas en un mismo plano que el hombre, en una actitud activa y como parte fundamental para el desarrollo de sus sociedades”.
El proceso de “construcción” del material gráfico parte de la elaboración previa de una ficha de cada uno de los períodos que se abordan, de la Prehistoria a la Protohistoria, que incluye los registros arqueológicos, los materiales y las técnicas que se utilizaban para cada una de las actividades y trabajos diarios de las mujeres. A partir de esos datos se crean las nuevas imágenes en las que aparecen mujeres y hombres de todas las edades.
La aportación del centro andaluz a esta iniciativa consiste en la representación gráfica de un asentamiento o poblado ibérico, típico de la zona del Alto Gualdalquivir, en el que, junto a la representación gráfica de los hombres, se escenifican trabajos y actividades desarrollados por mujeres y en el que también aparecen otros grupos de población de diferentes edades. En definitiva, un poblado íbero en el que, dice Carmen Rísquez, “hemos metido vida”.
Por su parte, la Universidad de Granada se centra en el interior de una vivienda típica de la cultura argárica, tomando como base una casa estudiada en el yacimiento granadino del Cerro de la Encina, en Monachil. En ella puede verse a mujeres y hombres desempeñando actividades domésticas como el almacenamiento de cereales o la molienda, y en las que colaboran los jóvenes de la familia. También queda reflejado el mundo infantil, con varios menores jugando. “El trabajo de aquellas mujeres, afirma otra de las investigadoras de la UGR, Margarita Sánchez Romero, fue tan importante como el de los hombres porque se dedicaban a lo fundamental para el desarrollo de la sociedad como el cuidado, la alimentación y el abrigo de la familia, además, de la socialización y educación de niñas y niños”
En un segundo plano de la misma imagen se visualiza un enterramiento, ya que el hogar y el mundo funerario coexistían en la cultura argárica en un mismo espacio porque los individuos se enterraban, en pozos o vasijas, dentro de las casas.
Los estudios del departamento de Prehistoria y Arqueología de la UGR han determinado además que, aunque mujeres y hombres compartían el espacio y, probablemente, también las actividades, había cierta especialización. Las investigaciones apuntan, dice Alarcón García, a que las mujeres se dedicaban a actividades como la molienda porque tenían patologías asociadas a tobillos, rodillas, muñecas y columna vertebral, tal y como lo revelan el estudio de los cuerpos hallados en los yacimientos arqueológicos, mientras que los hombres tenían patologías en extremidades inferiores y hombros que se relacionan con el transporte de materia prima y largas caminatas.
Para facilitar el acceso a este contenido gráfico y permitir su utilización para fines divulgativos, se ha creado una página web (http://www.pastwomen.org/), que estará operativa a finales de este año y desde la que será posible consultar y descargar, de forma gratuita, cualquier imagen.
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